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martes, 17 de mayo de 2011

Puede haber planetas habitables cerca de estrellas enanas blancas


Los cazadores de planetas han descubierto cientos de ellos fuera del sistema solar en la última década, aunque no está claro si alguno podría ser habitable. Asombrosamente, según las conclusiones de un estudio reciente, podría ser que el mejor lugar en el que buscar planetas capaces de sustentar vida fuese alrededor de las estrellas moribundas conocidas como enanas blancas.

El astrónomo Eric Agol de la Universidad de Washington, sugiere que los planetas potencialmente habitables en órbita a estrellas enanas blancas podrían ser mucho más fáciles de encontrar que otros exoplanetas (planetas de otros sistemas solares) localizados hasta ahora.

Las enanas blancas, que son estrellas que se están enfriando y que han alcanzando la etapa final de su vida, suelen tener alrededor del 60 por ciento de la masa de nuestro Sol, pero comprimido en un volumen como el ocupado por la Tierra. Si bien las enanas blancas jóvenes comienzan estando muy calientes, se acaban enfriando, alcanzando temperaturas mucho más bajas que la del Sol, y emitiendo sólo una fracción de su energía, por lo que las zonas orbitales a su alrededor en la que los eventuales planetas podrían disfrutar de temperaturas aptas para la vida están significativamente más cerca de sus respectivas estrellas de lo que se encuentra la Tierra respecto del Sol.

Tal como argumenta Agol, si un planeta del tipo de la Tierra está lo bastante cerca de su enana blanca, podría tener una temperatura estable el tiempo suficiente como para albergar agua líquida en la superficie, y eso es un factor importante para la habitabilidad.

Lunes, 16 mayo 2011
Astronomía
Puede haber planetas habitables cerca de estrellas enanas blancas
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Los cazadores de planetas han descubierto cientos de ellos fuera del sistema solar en la última década, aunque no está claro si alguno podría ser habitable. Asombrosamente, según las conclusiones de un estudio reciente, podría ser que el mejor lugar en el que buscar planetas capaces de sustentar vida fuese alrededor de las estrellas moribundas conocidas como enanas blancas.

El astrónomo Eric Agol de la Universidad de Washington, sugiere que los planetas potencialmente habitables en órbita a estrellas enanas blancas podrían ser mucho más fáciles de encontrar que otros exoplanetas (planetas de otros sistemas solares) localizados hasta ahora.

Las enanas blancas, que son estrellas que se están enfriando y que han alcanzando la etapa final de su vida, suelen tener alrededor del 60 por ciento de la masa de nuestro Sol, pero comprimido en un volumen como el ocupado por la Tierra. Si bien las enanas blancas jóvenes comienzan estando muy calientes, se acaban enfriando, alcanzando temperaturas mucho más bajas que la del Sol, y emitiendo sólo una fracción de su energía, por lo que las zonas orbitales a su alrededor en la que los eventuales planetas podrían disfrutar de temperaturas aptas para la vida están significativamente más cerca de sus respectivas estrellas de lo que se encuentra la Tierra respecto del Sol.

Tal como argumenta Agol, si un planeta del tipo de la Tierra está lo bastante cerca de su enana blanca, podría tener una temperatura estable el tiempo suficiente como para albergar agua líquida en la superficie, y eso es un factor importante para la habitabilidad.



En nuestro vecindario cósmico, un planeta tan cerca de su estrella puede ser observado con un telescopio cuando el planeta pasa por delante (desde nuestro punto de vista), atenuando la luz de la enana blanca.

Las enanas blancas se convierten en tales tras haber pasado por otras fases, y una de ellas es ser estrellas parecidas al Sol. Cuando los núcleos de tales estrellas ya no pueden producir las reacciones nucleares que convierten el hidrógeno en helio, comienzan a usar el hidrógeno presente fuera del núcleo. Se inicia su transformación estelar en una gigante roja, con una atmósfera tan expandida que normalmente envuelve (y destruye) a los planetas cercanos a ella, como la Tierra respecto del Sol.

Por último, la estrella se despoja de su atmósfera exterior, dejando un núcleo brillante con una temperatura superficial de alrededor de 5.000 grados Celsius pero que poco a poco se va enfriando. Ese núcleo compacto es lo que llamamos enana blanca. La estrella está esencialmente inactiva. Produce calor y luz de la misma manera en que las ascuas de un fuego apagado siguen dando calor y algo de luz. En el caso de una enana blanca, sus "ascuas" pueden tardar hasta 3.000 millones de años en enfriarse del todo.

Una vez que la gigante roja se ha despojado de su atmósfera exterior, los planetas más distantes que estaban más allá del alcance de esa atmósfera podrían comenzar a acercarse hacia la enana blanca como consecuencia de efectos orbitales y gravitatorios. También es posible que se formen nuevos planetas a partir del anillo de escombros dejados por la transformación de la estrella.

En cualquier caso, un planeta debería moverse muy cerca de la enana blanca para ser habitable, quizás a entre 800.000 y 3.200.000 kilómetros de la estrella. Esto es mucho menos que la distancia que separa a Mercurio del Sol. De hecho, es sólo entre 2 y 8 veces la distancia entre la Tierra y la Luna.

Desde el planeta ubicado en la franja orbital habitable, la estrella podría aparecer un poco más grande que nuestro Sol, debido a su cercanía, y verse un poco más anaranjada, aunque en muchos aspectos parecería muy similar a nuestro Sol.


El planeta también estaría anclado rotacionalmente debido a la cercanía de la estrella. El campo gravitatorio de ésta haría que el planeta girase sobre sí mismo en sincronía con su movimiento alrededor de la estrella, de tal modo que siempre le mostraría la misma cara a la estrella, con el resultado de que en ese hemisferio siempre sería de día, y en el opuesto siempre de noche. Las áreas más habitables del planeta podrían ser los bordes de la zona iluminada, cerca del lado oscuro del planeta, es decir la franja del alba o crepúsculo perpetuos.

La enana blanca más cercana a la Tierra es Sirio B, a una distancia de unos 8,5 años luz. Se cree que en el pasado fue cinco veces más masiva que el Sol, pero ahora tiene casi su misma masa aunque compactada en un volumen similar al de la Tierra.

Agol propone escudriñar las 20.000 enanas blancas más cercanas a la Tierra. Calcula que utilizando un telescopio de 1 metro ubicado en la superficie de la Tierra, una estrella podría ser estudiada lo suficiente en 32 horas de observación.

Si no se observase un oscurecimiento de la luz de la estrella en ese tiempo, ello significaría que no existe en órbita a la enana ningún planeta lo bastante cerca de ella como para ser habitable.

En cambio, un oscurecimiento periódico de la estrella podría delatar la existencia de un planeta cerca de ella, al pasar éste por delante de la estrella

Esta noticia ha sido subida pòr Kieran

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